Desde el 2007, las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU apuntan hacia una solución basada en lo que llaman «realismo y compromiso», una fórmula que significa claramente una solución basada en el supuesto «proyecto de autonomía» para los saharauis en el seno del Reino de Marruecos. La fórmula acaba de ser reiterada por Joshua Harris, el responsable del Departamento de Estado americano para el Cercano Oriente y el Norte de Africa, durante su visita a los campamentos de refugiados saharauis en Tinduf.
En efecto, tanto americanos como franceses se oponen a la existencia de un Estado saharaui independiente. El pretexto en los años 1970 era la «Guerra Fría» y la lucha contra la expansión del socialismo. Hoy en día avanzan que los saharauis no serían capaces de asegurar la estabilidad de la región frente a la amenaza del terrorismo y todo género de tráficos ilícitos. En un câble diplomático revelado por Wikileaks, William Jordan, predecesor de Joshua Harris en la sección de Medio Oriente y noráfrica en el Departamento de Estado, indicaba claramente que «Jordan aseguró al Gobierno de Marruecos que Estados Unidos compartía la opinión de muchos países de que un estado independiente en el Sáhara Occidental era probablemente inviable y que un arreglo más realista sería aquel que otorgara a los saharauis un grado significativo de autonomía bajo la soberanía de Marruecos». El cable data del 2006. Un año después, Washington y París pidieron a Marruecos presentar su «plan de autonomía» para la antigua colonia española. De esta manera, enterraron definitivamente la solución referendaria, la vía legal para cualquier proceso de descolonización.
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Desde entonces, las resoluciones del Consejo de Seguridad no dejan de alabar la propuesta autonómica y los presuntos esfuerzos en materia de derechos humanos del CNDH, entidad fantoche creada por el ocupante marroquí. El texto es tan flagrante que se diría fue redactado por el mismísimo Naser Burita, el energúmeno que ejerce de máximo responsable de la errática diplomacia marroquí. Al mismo tiempo, los aliados de Marruecos bloqueaban cualquier iniciativa tendente a defender a los saharauis de la sangrienta represión de las fuerzas de ocupación de Mohamed VI. Marruecos llegó incluso a rechazar cualquier negociación con el Polisario si no es en presencia de una Argelia ocupada, en aquel entonces, en reorganizarse después de una sangrienta guerra contra el terrorismo o en salvaguardar su estabilidad durante los años de mala salud de Buteflika. Durante todos estos años, americanos y franceses no escatimaron esfuerzos en crear problemas internos al aliado de los saharauis con la esperanza de hacerlo doblegar en su apoyo a la causa saharaui.
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A pesar de todo, Marruecos nunca se contentó de la posición de sus aliados. Lo que quiere es una solución impuesta a los saharauis y a los argelinos, pero franceses y americanos se niegan a ir en ese sentido a causa de sus estrechas relaciones con Argelia que EEUU considera como socio fundamental en la lucha contra el terrorismo internacional. Desde la visita de Buteflika a Washington en 2002, los americanos reciben de Argel valiosas informaciones sobre las actividades de Al Qaïda en Afganistán, Oriente Medio y Africa.
Para Occidente, lo ideal es una solución aceptada por todas las partes para salvar las apariencias. En el caso de la imposibilidad de una solución, el status quo es considerado como última alternativa. Salvo que Marruecos no ve con buenos ojos esa alternativa a causa de la salud del rey Mohamed VI y la eventualidad de que su hijo herede el problema del Sáhara. De ahí la prolífica actividad de Rabat tendente a presionar a sus aliados para que impongan una solución a su favor. Sobre todo a los americanos, responsables del contencioso saharaui dentro del denominado «Grupo de amigos del Sahara Occidental».
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Otro punto a favor de Marruecos es que gracias a Francia y a la utilización de programas espías, se informaba de todo, hasta el último detalle, sobre las intenciones de la ONU, el Polisario y Argelia y actúaba en base a esas informaciones. Sin embargo, desde el enfado del presidente francés Emmanuel Macron porque los servicios secretos marroquíes le espíaban, Marruecos ya no seguía las actividades de la ONU en lo que al Sáhara Occidental concierne. Por ello, recurre al sondeo para averiguar lo que ocurre detrás del telón de la ONU. Para ello, tiene a periodistas instalados en Nueva York cuya principal misión es no perder ninguna de las conferencias de prensa de los portavoces del SG de Naciones Unidas. La prensa marroquí se encarga de lanzar la «bola», una información sujeta siempre al condicional, pero que servirá como pretexto para que los agentes de Nueva York interroguen al responsable onusino sobre la falsa noticia divulgada. Llegaron hasta irritarlo. En su intervención del pasado viernes, Stephane Dujarric no disimuló su molestia cuando le interrogaron sobre una supesta gira de Staffan de Mistura en la región. «El Sr. de Mistura parece generar muchos informes, teorías y rumores. Nada es oficial hasta que no se anuncie desde aquí. Así que no tengo nada que compartir contigo en este momento», dijo. Un comportamineto marroquí que denota cierto nerviosismo e intriga por las razones que hicieron que De Mistura aceptara una misión calificada como imposible por los conocedores del dossier.
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