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Se espera que los diputados torpedeen la candidatura del líder conservador a la presidencia del Gobierno.
Más de 400 años después de que Miguel de Cervantes creara el personaje de Don Quijote, Alberto Núñez Feijóo se dispone a redefinir lo que significa ser español en una búsqueda imposible.
El martes, Feijóo, líder del Partido Popular español, iniciará un debate de dos días en el Parlamento para defender que él debe ser el próximo Presidente del Gobierno del país. Es casi seguro que su candidatura será rechazada de plano.
Aunque su partido fue el más votado en las elecciones nacionales de julio, no alcanzó la mayoría, pues sólo obtuvo 137 de los 350 escaños del Parlamento. Incluso con el apoyo del partido de extrema derecha Vox y de algunos grupos regionales, Feijóo sólo cuenta con el respaldo de 172 diputados, cuatro menos de los necesarios para formar gobierno.
Aunque a los pocos días de las elecciones estaba claro que la candidatura de Feijóo a la presidencia del Gobierno era inviable, eso no impidió que el líder del Partido Popular se reuniera con el Rey Felipe VI a mediados de agosto y argumentara que debía exponer sus argumentos ante sus compañeros de escaño. El monarca accedió, y el jefe conservador dispuso de más de un mes para ganarse a sus rivales políticos.
Las últimas semanas han sido tortuosas para Feijóo, que pronto descubrió que pocos legisladores estaban interesados siquiera en reunirse con él para tratar el asunto. Algunos partidos, como Izquierda Republicana de Cataluña, rechazaron de plano la invitación. Otros, como el Partido Nacionalista Vasco, aceptaron reunirse por cortesía, pero se adelantaron a las conversaciones con anuncios en los que aclaraban su oposición inalterable a su liderazgo.
Aun así, Feijóo persistió, e incluso llegó a reunirse con su principal rival, el Presidente del Gobierno en funciones y líder del Partido Socialista, Pedro Sánchez. Durante un tête-à-tête surrealista, el jefe conservador propuso a su oponente que le permitiera gobernar España durante dos años, durante los cuales trabajarían juntos para aprobar importantes proyectos de reforma. Un desconcertado Sánchez rechazó la idea y recordó a Feijóo que su propuesta significaba trabajar con el mismo político al que había jurado «derogar».
El mundo político español está paralizado desde las elecciones de julio. Sánchez ha mantenido un perfil bajo, asegurándose de que el foco de atención de la opinión pública se mantuviera en el aislado líder conservador.
Después de que Feijóo presente su propuesta para formar gobierno el martes por la mañana, los diputados debatirán la propuesta y procederán a una votación inicial el miércoles, seguida de otra votación el viernes.
La pinza de Sánchez
El Partido Popular ha estado instando a los miembros socialistas a que deserten y presten sus votos al líder conservador, pero no hay indicios de que ningún diputado esté dispuesto a traicionar a su propia tribu. Salvo acontecimientos extraordinarios, Feijóo fracasará en ambas votaciones.
Después, el Rey Felipe VI tendrá que volver a convocar a los líderes políticos en el Palacio de la Zarzuela y preguntarles de nuevo quién creen que debe ser el presidente del Gobierno. Rechazada la candidatura de Feijóo, Sánchez es el mejor posicionado para mantener el control del país. Pero su camino para mantenerse como presidente del Gobierno sigue siendo complejo. Aún necesita asegurarse el apoyo del grupo separatista catalán Junts para mantenerse en el poder.
Mientras Feijóo se tambalea, los socialistas y los aliados de izquierdas de Sánchez han aprovechado este último mes para ponerse en contacto con los separatistas y empezar a negociar las condiciones de su apoyo.
El lunes, Raquel Sans, portavoz de Izquierda Republicana de Cataluña, dijo que el partido de Sánchez había aceptado la exigencia de su partido y de Junts de que se concediera una amnistía general a todos los implicados en el fallido referéndum independentista catalán de 2017.
Sin embargo, la otra gran demanda de los separatistas -el consentimiento de Madrid para celebrar una nueva votación sobre la autodeterminación- sigue siendo un punto de fricción. Sánchez ha repetido en varias ocasiones que todas las demandas deben estar en consonancia con la Constitución española.
Fuente : Politico
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