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Siguiendo la estrategia preconizada por Marruecos basada en el mantenimiento del status quo y el tiempo como instrumento de erosión para la causa saharaui, Estados Unidos, no sólamente garantiza a Marruecos una resolución tallada a la medida de sus caprichos en el Consejo de Seguridad sino que además vela para que nada cambie. Sin embargo, en 2023, Washington pareció mostrar un cierto interés por salir del callejón sin salida en el que se encuentra estancado el proceso de paz dirigido por la ONU desde hace más de 32 años, un tiempo récord.
En efecto, en el 2023, los americanos mostraron una voluntad más evidente de sacar el congelado proceso onusino del Sáhara Occidental. Empezaron obligando Marruecos a aceptar que el Enviado Personal del Secretario General de la ONU, Staffan de Mistura, visite los territorios saharauis ocupados. Aún así, de Mistura no logró que las dos partes beligrantes vuelvan a negociar aunque sea en el marco de las famosas mesas redondas reivindicadas por Marruecos para imponer su tesis que pretende que con quien está en conflicto es con Argelia, una tesis apoyada por la Casa Blanca. En cuanto a los saharauis, tanto Washington como Rabat tienen un remedio basado en la receta utilizada por Israel en Gaza. Es decir, el exterminio de los saharauis en nombre de los intereses vitales del Tío Sam. Esto llevó Washington a decidir coger el toro por los cuernos para hacer avanzar el proceso político, pero a su manera : obligando Argelia a implicarse, no sólo aceptando participar en las mesas redondas sino aceptando también la autonomía como salida para un contencioso cuya duración coloca a EEUU en mala posición con respecto a la situación internacional vigente en este momento.
El apoyo de Washington a la lucha de Ucrania contra la invasión rusa puso de manifiesto la política de dos varas de medir aplicada por los yankis aunque la naturaleza de los dos conflictos es la misma : una invasión militar pura y dura. Una visión que se incrementó aún más un 7 de octubre, cuando empezó la epopeya palestina de Hamás. Tanto con Ucrania como con israel, Joe Biden, y sus aliados de Occidente, no dudaron en desfilar en Kiev y Tel Aviv expresando los más nobles «sentimientos» y comprometiéndose a apoyar el horror de la guerra.
Para los saharauis, podría ser un duro ejercicio intentar pensar que haya buena voluntad en el desplazamiento a Tinduf de Joshua Harris, el consejero para Africa del Norte y Próximo Oriente donde se entrevistó con el presidente saharaui. Era la primera vez que un alto responsable de la administración estadounidense se entrevista con los dirigentes saharauis. De ahí se dirigió a Argel donde fue recibido por el Ministro de Relaciones Exteriores argelino, Ahmed Attaf. El hecho de que no fuera recibido por el presidente argelino refleja que Argel no espera gran cosa de esta visita que, como por casualidad, viene inmediatamente después de que el BRICS negase la adhesión de Argelia. Washington saltó sobre la ocasión para sacar dividendos del sentimiento de frustración argelino generado por la actitud de Rusia. Los americanos hicieron lo mismo hace más de 35 años, en 1988 precisamente. En aquel entonces, los paises productores de petróleo que no giraban en la órbita de Occidente eran objeto de continuos ataques. En el caso de Argelia, el precio del petróleo era el arma más eficaz y cada vez que la OPEP decidía disminuir la producción para subir los precios, Arabia Saudita aumentaba la producción. De esta manera, la situación económica y social en Argelia se fue degradando poco a poco hasta que culminó con las gigantescas manifestaciones que obligaron a Chadli Bendjedid a acabar con el régimen monopartidista y celebrar elecciones que dieron lugar a la victoria de los islamistas y los dramáticos acontecimientos cuyas secuelas aún se sienten en el país. La difícil situación ataravesada por Argelia a raíz de los conflictos internos llevó los americanos a presionar a Argelia para que el Polisario retire algunas de las condiciones que había formulado para aceptar el plan de paz. La condición más importante a la que los saharauis renunciaron fue la retirada de las tropas marroquíes para la organización del referéndum de autodeterminación.
Pero, como dijo Richard Haass, un distinguido analista global, “la coherencia en la política exterior es un lujo que los formuladores de políticas no siempre pueden permitirse”. En lugar de aferrarse a la legalidad y el derecho para salir de la encrucijada generada por la política de doble vara, Washington, continua aferrándose a sus intereses geopolíticos aunque tenga que recurrir a la mano dura como es el caso en Palestina.
Por lo tanto, la gira de Joshua Harris no puede verse fuera de este esquema, que es el de intentar resolver el conflicto del Sahara Occidental a favor de Marruecos. Su segunda visita a Argel es más misteriosa. En diciembre, realizó otra gira en la región de la que excluyó a los saharauis, lo cual indica que esta segunda visita no está relacionada con el asunto saharaui sino con los graves sucesos que tienen lugar en Oriente Medio. Para los americanos, Argelia podría aprovechar la complicada situación de Joe Biden para aprovisionar al Frente Polisario en armas susceptibles de poner en peligro la supremacía de Marruecos en el terreno militar. En otras palabras, teme la presencia de drones en el Sahara Occidental por el riesgo de escalada que eso implica. La entrevista otorgada por Joshua Harris a un diario argelino aporta una idea de la dirección seguida por la diplomacia americana y su apoyo incondicional a Rabat en el conflicto saharaui.
Otro factor de preocupación para el Departamento de Estado es el desarrollo de los acontecimientos en la región del Sahel donde los últimos contingentes militares franceses y europeos fueron expulsados por los militares que protagonizaron el último golpe de Estado de Níger. El nacimiento de una nueva alianza militar entre Niger, Mali y Burkina Faso respaldada por Russia incomoda en Occidente que sospecha afinidades ideológicas con Argelia basadas en el repudio de Francia y las secuelas del colonialismo en Africa.
Como dice el refrán, cuando el río suena agua lleva y lo que los americanos llevan en esta agitación no debe ser nada bueno para los saharauis, sobre todo ahora que se sabe que el presidente Biden conspiraba en secreto para que Arabia Saudita caiga en la red de la llamada «normalización» con el Estado hebreo. Normalización que constituía, hasta el 7 de octubre, fecha de la ofensiva de Hamás, uno de los pilares del nuevo plan de Joe Biden para Oriente Medio en el que Israel sería el centro neurálgico de una alianza anti-iraní compuesta esencialmente por países árabes que sueñan con acabar con el régimen de los Ayatollahs. Por ello, Marruecos es una pieza clave para la administración Biden en la misma medida en que Palestina es hoy «una especie de avatar de una rebelión contra la hipocresía occidental, contra este orden global inaceptable y contra el orden poscolonial”, como dijo el especialista israelí Daniel Ley.
La situación en el campo de batalla
Desde la firma de los llamados Acuerdos de Abraham, Rabat ha establecido con Israel una asociación estratégica en materia de defensa. Desde su primera utilización en 2021 para matar al difunto jefe de la gendarnería saharaui, Dah El bendir, el uso de drones se ha convertido en una especie de videojuego para un ejército atrincherado en sus cuarteles más allá del muro de arena con el que obligó al Frente Polisario a retirar la totalidad de su armamento pesado de los territorios liberados. Desde entonces, los dirigentes de Rabat están convencidos de con su supremacía armamentística pueden invertir la balanza a su favor e imponer, militarmente, el hecho consumado colonial en el Sáhara Occidental, algo que no logró obtener por vías políticas y negociaciones que siempre saboteaba.
En este año de 2023, los marroquíes realizaron tres ataques con drones. El primero fue el 24 de enero en la región de Zgula. Se soldó con 3 buscadores de oro mauritanos. El segundo tuvo lugar un día antes de la visita de Joshua Harris a Tinduf. El primeo de septiembre, un drón acabó con la vida del Jefe de la 6ª región, Abbaali Hamudi mientras dirigía un ataque contra posiciones marroquíes en Tueizgui, en el sur de Marruecos. El tercero fue el domingo pasado en Gleibat El Fula. Tres buscadores de oro mauritanos perdieron la vida en este ataque que tuvo lugar cerca de la frontera mauritana.
Los drones convirtieron los territorios liberados en un infierno tanto para el ejército saharaui como para los civiles saharauis y mauritanos. Una realidad que no deja de conmover a la opinión pública saharaui que se pregunta por qué el Frente Polisario no consigue armas capaces de derribar a los drones de «majeinzu», término usado para referirse a los marroquíes.
Los drones también juegan un importante papel en la guerra como medio para operaciones de inteligencia, vigilancia y reconocimiento. Su eficacia fue tal que Marruecos adquirió toda una colección de drones israelíes, turcos y chinos. Incluso, según un diario israelita, Rabat y Tel Aviv decidieron instalar en Casablanca una fábrica de drones en Casablanca. «Elbit Systems planea establecer dos fábricas de drones en Marruecos. Marruecos e Israel han acordado fortalecer su cooperación militar, ampliándola a la inteligencia y ciberseguridad. Esto se acordó durante una reunión bilateral de defensa en enero pasado en Rabat, reporta The Times of Israel que cita fuentes del ejército marroquí.
En el último congreso del Polisario, el presidente saharaui Brahim Gali prometió una solución al problema de los drones marroquíes. Un año después, los drones siguen haciendo estragos tanto en las filas de los militares como en la población civil. Sin embargo, sí que se constata un ligero cambio en las capacidades militares saharauis. Desde el primer ataque de Smara, se observa una neta mejoría en la precisión de los tiros y la distancia de los objetivos puestos en la mira. Focalizando sus tiros sobre los aeropuertos de Smara y Mahbes, el ejército saharaui logró éxitos que Marruecos intenta invertir a su favor alegando que los ataques del Polisario apuntan a víctimas civiles.
La ONU y la coyuntura internacional
Con la explosión del conflicto palestino, la disputa entre Occidente y el llamado Sur Global aumentó en intensidad. Lo que para americanos y europeos es un orden liberal, para el resto de los países no es más que un orden americano impuesto por las armas en Irak, Siria, Libia y Afganistán. En la Asamblea General de la ONU muy pocos paises condenaron la invasión rusa de Ucrania. Un presentador pro-israelí de la cadena francesa de televisión francesa LCI se preguntaba : «por qué no nos quieren» aludiendo a los paises en desarrollo y fingiendo ignorar las causas de tal sentimiento.
La pregunta que se plantean los presuntores defensores del orden de la «democracia» y los «derechos humanos» es por qué tantos socios naturales de Occidente se mostraron recalcitrantes a la hora de condenar la invasión rusa. La respuesta se la dió Vladimir Putin : “Este es un motín contra lo que ven como un Occidente colectivo que domina el discurso internacional e impone sus problemas a todos los demás, mientras deja de lado sus prioridades en materia de compensación por el cambio climático, desarrollo económico y alivio de la deuda. El resto se siente constantemente marginado de los asuntos mundiales”. El Ministro de Asuntos Exteriores de la India, S. Jaishankar, lo expresó sucintamente: “En algún lugar, Europa tiene que superar la mentalidad de que los problemas de Europa son los problemas del mundo, pero los problemas del mundo no son los problemas de Europa”.
Con Gaza, el sentimiento antioccidental dió un importante salto. Los paises que ayer condenaban los presuntos «crímenes de guerra» cometidos por Rusia en Ucrania, se callaron ante las atrocidades cometidas por Israel contra la población de Gaza. Benjamín Netanyahu puede dormir tranquilo porque está seguro de no recibir el mismo mandato internacional emitido por el Tribunal Penal Internacional contra el presidente ruso. Una situación que «puede provocar el desmoronamiento del orden mundial”, dijo el lacayo egipcio de Occidente.
Todo esto es sinónimo de configuración en el mundo. «El antiguo sistema mundial unipolar está siendo reemplazado por un nuevo orden mundial multipolar, más justo», declaró el presidente Putin. Por lo tanto, los conflictos de Ucrania y Gaza desacreditaron el concepto de orden basado en los diktats yanquis y dividieron a Occidente, debilitando a Biden y a la UE. Parece ser que la administración Biden empieza a darse cuenta de los límites de su capacidad para dirigir no sólo el resultado de la guerra de Ucrania, sino también el orden global que surgirá después de ella y que puede tener repercusiones decisivas sobre el longevo conflicto que opone el pueblo saharaui al Estado invasor de Marruecos.
En el terreno africano se observa un importante cambio caracterizado por una tendencia de los paises africanos a distanciarse de las tramas de Occidente, y por ende, de sus lacayos, como Marruecos. Es el caso de Senegal que hasta hace poco era el principal valedor de los intereses marroquíes en la Unión Africana. Una coyuntura favorable a la presencia de la RASD en la organización panafricana que adoptó une posición firme en lo que concierne a la participación del Estado saharaui en los encuentros organizados entre la UA y diversos países ricos. En noviembre pasado, la entidad africana se negó a organizar una cumbre con la Liga Arabe en la que Arabia Saudita impedía la participación de la delegación saharaui, por lo que el encuentro fue transformado en cumbre afro-saudita.
En medio de estos turbulentos acontecimientos, Argelia ingresó hoy en el Consejo de seguridad como miembro no permanente, un puesto que le permitirá destacarse como defensor de las causas justas y sobre todo de las causas de Africa que aspira a una silla permanente en el Consejo al mismo tiempo que intentará avanzar el expediente del Sáhara en la ONU aunque corre el riesgo de tropezar con los aliados de Marruecos a los que no agrada la presencia del viejo aliado de Rusia y defensor de un nuevo orden mundial que despojaría a los americanos de sus inmensos privilegios.
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