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La batalla del pueblo palestino contra la ocupación y el colonialismo no comenzó el 7 de octubre, sino hace 105 años, con 30 años de colonialismo británico y 75 años de ocupación sionista. En 1918, el pueblo palestino poseía el 98,5% de la tierra de Palestina y representaba el 92% de la población de la tierra palestina. Los judíos, que fueron llevados a Palestina en el marco de campañas de inmigración masiva coordinadas entre las autoridades coloniales británicas y el movimiento sionista, lograron controlar apenas el 6% de las tierras en Palestina y representar el 31% de la población antes de 1948, fecha en que se declaró la entidad sionista en la tierra histórica de Palestina. En ese momento, se privó al pueblo palestino del derecho a la autodeterminación y las facciones sionistas emprendieron una campaña de limpieza étnica contra el pueblo palestino, buscando expulsarlo de sus tierras y regiones. Como resultado, las facciones sionistas tomaron por la fuerza el 77% de la tierra de Palestina, expulsaron al 57% de la población de Palestina, destruyeron más de 500 pueblos y ciudades palestinas y perpetraron decenas de masacres contra los palestinos, lo que llevó a la creación de la entidad sionista en 1948. Además, en continuación de la agresión, las fuerzas israelíes ocuparon en 1967 el resto de Palestina, incluyendo Cisjordania, la Franja de Gaza y Jerusalén, así como territorios árabes alrededor de Palestina.
Durante estas largas décadas, el pueblo palestino ha sufrido todas las formas de opresión, injusticia, negación de sus derechos fundamentales y políticas de apartheid. Gaza, por ejemplo, ha sufrido desde 2007 un bloqueo asfixiante durante 17 años, convirtiéndose en la mayor prisión al aire libre del mundo. El pueblo palestino de Gaza también ha sufrido cinco guerras y agresiones destructivas, siendo «Israel» la parte atacante. En 2018, los habitantes de Gaza iniciaron las protestas de la Gran Marcha del Retorno para protestar pacíficamente contra el bloqueo israelí, su miseria, sus condiciones humanitarias y para exigir su derecho al retorno. Sin embargo, las fuerzas de ocupación israelíes respondieron a estas manifestaciones con una brutalidad que resultó en 360 muertos y 19,000 heridos, incluyendo más de 5,000 niños, en unos pocos meses.
Según las cifras oficiales, entre enero de 2000 y septiembre de 2023, la ocupación israelí mató a 11,299 palestinos y dejó heridos a 156,768 más, la mayoría civiles. Lamentablemente, la administración de Estados Unidos y sus aliados no han prestado atención al sufrimiento del pueblo palestino en los últimos años, sino que han proporcionado cobertura a la agresión israelí. Solo han lamentado a los soldados israelíes muertos el 7 de octubre, sin buscar establecer la verdad sobre lo sucedido, y han marchado injustamente tras la narrativa israelí al condenar un supuesto ataque a civiles israelíes. La administración de Estados Unidos ha brindado apoyo financiero y militar a los massacres de la ocupación israelí contra los civiles palestinos y a la brutal agresión contra la Franja de Gaza, y los responsables de Estados Unidos continúan ignorando lo que las fuerzas de ocupación israelíes cometen en Gaza, como masacres.
Las violaciones y la brutalidad israelíes han sido documentadas por numerosas organizaciones de la ONU y grupos internacionales de defensa de los derechos humanos, incluyendo Amnistía Internacional y Human Rights Watch, e incluso documentadas por grupos israelíes de defensa de los derechos humanos. Sin embargo, estos informes y testimonios han sido ignorados y la ocupación israelí aún no ha sido responsabilizada. Por ejemplo, el 29 de octubre de 2021, el embajador de Israel ante la ONU, Gilad Erdan, insultó al sistema de las Naciones Unidas al rasgar un informe para el Consejo de Derechos Humanos de la ONU durante un discurso ante la Asamblea General, y lo arrojó a un basurero antes de dejar el podio. Sin embargo, fue nombrado al año siguiente, en 2022, como vicepresidente de la Asamblea General de las Naciones Unidas.
La administración de Estados Unidos y sus aliados occidentales siempre han tratado a Israel como un Estado por encima de las leyes; le proporcionan la cobertura necesaria para mantener la prolongación de la ocupación y la represión del pueblo palestino, y también para permitir que «Israel» aproveche esta situación para expropiar otras tierras palestinas y judaizar sus santuarios y lugares sagrados. A pesar de que la ONU ha emitido más de 900 resoluciones en los últimos 75 años a favor del pueblo palestino, «Israel» se ha negado a cumplir con una sola de estas resoluciones, y el veto estadounidense siempre ha estado presente en el Consejo de Seguridad de la ONU para evitar cualquier condena de la política y las violaciones de «Israel». Es por eso que consideramos a Estados Unidos y otros países occidentales como cómplices y socios de la ocupación israelí en sus crímenes y en el sufrimiento continuo del pueblo palestino.
En cuanto al «proceso de arreglo pacífico», a pesar de que los acuerdos de Oslo firmados en 1993 con la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) establecían la creación de un Estado palestino independiente en Cisjordania y la Franja de Gaza, «Israel» ha destruido sistemáticamente cualquier posibilidad de establecer un Estado palestino mediante una amplia campaña de construcción de colonias y judaización de tierras palestinas en Cisjordania ocupada y en Jerusalén. Después de 30 años, los partidarios del proceso de paz se dieron cuenta de que estaban en un callejón sin salida y de que dicho proceso tenía consecuencias catastróficas para el pueblo palestino.
Los líderes israelíes han confirmado en varias ocasiones su absoluto rechazo a la creación de un Estado palestino. Justo un mes antes de la operación Diluvio de Al-Aqsa, el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu presentó un mapa de un supuesto «Nuevo Medio Oriente», representando a «Israel» extendiéndose desde el río Jordán hasta el mar Mediterráneo, incluyendo Cisjordania y Gaza. El mundo entero en el podio de la Asamblea General de la ONU permaneció en silencio ante su discurso, lleno de arrogancia e ignorancia hacia los derechos del pueblo palestino.
Después de 75 años de ocupación y sufrimiento implacable, y después del fracaso de todas las iniciativas de liberación y retorno para nuestro pueblo, y también después de los resultados desastrosos del llamado proceso de paz, ¿qué esperaba el mundo del pueblo palestino como respuesta a lo siguiente:
♦ Los planes de judaización israelíes en la bendita mezquita de Al-Aqsa, sus intentos de división temporal y espacial, así como la intensificación de las incursiones de colonos israelíes en la Santa mezquita.
♦ Las prácticas del gobierno extremista israelí de extrema derecha, que decide medidas prácticas para anexar toda Cisjordania y Jerusalén bajo la supuesta «soberanía de Israel», como parte de planes oficialmente puestos sobre la mesa por Israel para expulsar a los palestinos de sus hogares y tierras.
♦ Los miles de prisioneros palestinos en las cárceles israelíes que sufren la privación de sus derechos fundamentales, así como agresiones e humillaciones bajo la supervisión directa del ministro fascista israelí Itamar Ben-Gvir.
♦ El bloqueo aéreo, marítimo y terrestre injusto impuesto a la Franja de Gaza durante 17 años.
♦ La expansión de las colonias israelíes en toda Cisjordania a niveles sin precedentes, así como la violencia diaria perpetrada por los colonos contra los palestinos y sus propiedades.
♦ Los siete millones de palestinos que viven en condiciones extremas en campos de refugiados y otras regiones, y que desean regresar a sus tierras, de las cuales fueron expulsados hace 75 años.
♦ El fracaso de la comunidad internacional y la complicidad de las superpotencias en evitar la creación de un Estado palestino.
¿Qué se esperaba del pueblo palestino después de todo esto? ¿Continuar esperando y depender de la impotente ONU? O tomar la iniciativa de defender al pueblo palestino, sus tierras, sus derechos y sus Lugares Sagrados. Sabiendo que el derecho a defenderse está consagrado en las leyes, normas y convenciones internacionales.
A raíz de lo anterior, la operación Diluvio de Al-Aqsa del 7 de octubre fue un paso necesario y una respuesta normal para enfrentar las conspiraciones israelíes contra el pueblo palestino y su causa. Fue un acto defensivo en el marco de la eliminación de la ocupación israelí, la reclamación de los derechos de los palestinos y la liberación e independencia, como lo han hecho todos los pueblos del mundo.
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